Categoría: Unaporuna
Aunque hoy no tocara martes de reflexión, ayer nos fuimos de cena y a las horas que volvimos bastante que recordé esta carta que desde hace algún tiempo llevo queriendo imprimir yo también para pegarla en algún sitio bien visible en casa…
Nada nuevo, sólo ayudarnos a recordar que nuestros niños se merecen el mismo respeto que cualquier otra persona, y de ese comvencimiento parte esta «carta de un hijo a todos los padres del mundo»:
Te respeto menos cuando lo haces. Y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo.
Que seamos familia, no significa que no podamos ser amigos.
A veces, ni yo mismo lo sé.
Haces que pierda la fe en lo que dices y me siento mal.
Mejorará mi opinión de ti y me enseñarás a admitir también mis errores.
Si me haces parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir (y si me haces parecer peor, seré yo quién sufra).
Si tú lo haces todo por mí, yo no podré aprender.
Si en vez de ordenarme hacer algo, me lo pidieras, lo haría más rápido y más a gusto.
Decide y mantén esa posición.
Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.
Cuando te cuente un problema no me digas: “eso no tiene importancia…” porque para mí sí la tiene.
Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.
A veces, sólo pido para ver cuánto puedo recibir.
A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.
Hemos sacado la carta de aquí
#elladijoSI II
Ultimamente tenemos unos fines de semana tan ajetreados -y tan divertidos- que los lunes sólo se me ocurre contaros algo de lo bueno que nos haya pasado esos dos días!
Y éste concretamente ha sido uno de los mejores (sin contar con el día de hoy que ha consistido básicamente en sobrevivir al cansancio, al calor, al dolor de garganta y… al cambio de armarios! Sí, un poco más y empalmo con el invierno y me ahorro dos cambios 😉 ); como ya os adelantábamos aquí, este sábado fue la pedida de mano de mi hermana, un momento muy especial en el que las 2 familias íbamos a conocernos un poco más.
Y la verdad es que resultó estupendo! una cena muy muy agradable ¡y muy rica! con muchas risas, muchas palabras bonitas y alguna que otra lágrima…
Y es que cuando 2 personas toman una decisión tan importante como pasar juntos el resto de sus vidas y se les ve tan contentos, los que los queremos no podemos más que estar encantados de compartir esa felicidad.
Como es un momento más bien íntimo entre las familias de los novios, las fotos, los regalos y las anécdotas (y el video de los discursos 😉 ) se quedan para nosotros, así que sólo os voy a enseñar algunos de los ramos tan bonitos que fueron llegando para alegrar la casa,
Y entre tantas flores, un olivo…
Por supuesto, de El PUENTECILLO 😉 |
#losmartescon2; Mirarnos a los ojos
Es mi frase más repetida ultimamente…
El caso es que de vez en cuando, como hoy por ejemplo, me pregunto si compensan estos horarios; por un lado pienso que son los mejores para los niños y por otro…
Tenemos los horarios cruzados, es decir, @elhombremasguapodelmundo trabaja principalmente por la mañana (aunque por la tarde también) y yo por las tardes. Eso se traduce en que nuestros niños prácticamente todo el día están con uno de sus padres, que para mí, cuando se puede, es lo
ideal, y en que nosotros no tenemos tiempo de mirarnos a los ojos.
Decía Bei que «unas risas en el desayuno y volvéis a ser novios» pero a veces no es tan fácil.
Por las mañanas estoy yo con los niños, @elhombremasguapodelmundo viene a comer a casa, -algo impensable en grandes ciudades, lo sé-, unos 40 minutos de los cuales siempre toca dormir o dar de comer, con suerte a uno, o a ambos niños.
Además de eso, poner la mesa, comer, recogerla, organizar algo de cena, alguna lavadora, ver lo que hay que decirle a la chica y salir los 2 pitando a trabajar (y a veces, cuando los niños han tenido una mañana intensa, ducharme).
Luego él sale de trabajar y vuelve a casa a estar con ellos, hacer la compra con ellos, etc., cenas, pijamas y sobre las 22h llego yo, con un lactante hambriento esperándome y otro que debería estar
dormido según el ritmo circadiano y esas cosas pero que encuentro en pleno apogeo de actividad, como se pasa las 24h del dia 😉
Así que toca dar de comer a Martín, dientes, cuento, rezar y cantar u oir música hasta que se duermen. Con suerte 23,30h.
Si a eso añades recoger mínimamente el campo de batalla que es la casa esas horas (al menos ropa sucia y platos de cena) llegan las 12 de la noche y nos pillan agotados, sin cenar, y sin mucha gana de romanticismos.
Hablamos, sí, de lo imprescindible, pero aún hay que preparar cosillas del dia siguiente, yo me subo a hacer el blog que sí, también, que esto es accesorio, pero después de todo el dia de «obligaciones» a veces la mente o el alma o llámalo X o llámalo energia, necesitan expandirse. Y a mí me compensa
aunque las ojeras crezcan y a la mañana siguiente me arrepienta casi cada día.
Si no, sé que me quedaría leyendo o cosiendo o —–.
Y creo que me compensa precisamente porque forma parte de mí, leer y escribir son cosas que me completan, no somos solamente lo que trabajamos o los pañales que cambiamos, eso es parte de la vida pero somos mucho más que eso, y para que cuando me mires mis ojos no estén vacios, necesito que lo que hay detrás se alimente de cosas que los llenen…
Porque prefiero unos ojos chicos y chinos y llenos de arrugas que unos ojos huecos.
Y tampoco quita tiempo de mirarnos a los ojos porque a esa hora los ojos ya se nos cierran.
Todo esto da como resultado que nuestros niños sólo pasan unas 2-3h diarias con alguien que no seamos sus padres, de las cuales, al menos hora y media suelen estar «haciendo siesta». Si, como dice mi madre, las necesidades afectivas las cubrimos igual él que yo, pues pensamos que compensa. El horario, digo.
Sí, diréis, así estamos todos, pero no. Por un lado porque si nuestros turnos coincidieran, nosotros
también coincidiríamos al menos 2 o 3 horas juntos en casa. Que parece poco pero dan al menos para cenar.
Y por otro lado porque está claro que hay muchísimos que estáis «peor», que vivís separados, en distinta ciudad o incluso distintos países, pero no hablo de eso, hablo de hacerlo así POR ELLOS, no porque la vida lo imponga. Y además tampoco me estoy quejando puesto que es algo que creemos que es bueno. De hecho creo que tenemos mucha suerte de poder elegir.
Y de poder dedicarles a los niños las mañanas lentas, con horas para simplemente mirarlos…
Esta claro que no durará para siempre, que los niños crecerán, irán al cole -ojalá más tarde que pronto- harán su vida y nosotros volveremos a tener tiempo, incluso para mirarnos de más.
Que los dias son largos pero los años tan cortos que esto va a ser un abrir y cerrar de ojos, y que de
momento creemos que compensa tener un chat de whatsapp para nosotros 2 que se llama «cosas de casa» y donde nos recordamos las citas del pediatra, que falta lechuga o que hay que llamar al electricista porque las luces del jardín siguen saltando cuando llueve.
Y que nuestros niños no estarán mejor ni peor educados que otros, no creo que nada de esto los diferencie de otros que vivan de otras formas, y que en el fututo ni se acordarán de esta época.
Pero creo que compensa, no me preguntéis porqué.
Y que todo eso no quita que eche de menos mirarte a los ojos 😉
Y por cierto, gracias a Dios que puedo expandirme sentada en una silla y mirando una pantalla porque el que necesite escalar una montaña nevada para expandir el alma debe tenerlo chungo muchas más veces.
#elladijoSÍ
algún que otro aperitivo (la cebolla frita no suele faltar en nuestras barbacoas 😉 )
y una mesa bonita para 6:
El caso es que cuando llegaron, mi hermana me preguntó varias veces que cómo es que habíamos preparado todo tan mono, que porqué nos habíamos «molestado» tanto, que si es que teníamos algo que contar, etc. y lo cierto es que hubo algo en la forma de preguntarlo que me extrañó un poco…
pero la verdad es que lo último que me esperaba en el momento de sentarnos a la mesa era encontrar, sobre cada servilleta, unas tarjetas:
Ellos tienen MAGIA…
Al máximo.
Antes era sólo Carlitos, mi persona favorita del mundo mundial. Y mientras más tiempo paso con él, más segura estoy de que tiene un don. Tiene algo que hace que todo sea divertido. Que te apetezca hacer cualquier cosa con él a cualquier hora. Aunque te canses, y mucho J. Cuando voy a Córdoba casi no quedo con mis amigas, porque me flipa estar con él. Este año los días que he podido ir a la
feria, he preferido estar con él. Y me encanta la feria y estar con mis amigas.
Pero ÉL tiene MAGIA. Y lo más sencillo, lo convierte en INCREÍBLE. Y sé que lo consiento más de la cuenta, pero como yo le digo, es un cautivador y camelador nato. Suele conseguir lo que quiere, y es casi imposible decirle que no. Y más con esta cara…
Pero ahora son dos. Creía que había que repartir ese amor entre los dos, pero no ha hecho falta, porque se ha multiplicado. Martín es un bombón de chocolate blanco. De los que están rellenos de blandito. Siempre está sonriendo. Me encanta verlos juntos. Siendo tan pequeños se adoran por encima de todo. Carlos necesita tenerlo cerca, darle abrazos, cogerle las manitas y enseñarle todas las cosas gamberras que sabe. Y Martín necesita ver a su hermano. Se entretiene en su sillita mirándole y riéndose sin parar.
Ojalá ellos tengan la misma relación que tenemos mi hermana y yo.
para que sean igual de felices que son ahora.
FELICIDAD en persona. Y eso, también es MAGIA.
mal momento, nunca perdáis la
tanto…
Una vez todos los aldeanos decidieron orar por lluvia, se reunieron en la plaza, pero sólo un niño llevaba paragüas. Eso es la FE.
La sensación de un niño de 1 año cuando lo tiras al aire, él se ríe, porque sabe que no lo dejarás caer. Eso es la CONFIANZA.
Todas las noches nos vamos a la cama sin ninguna garantía de despertar vivos, pero todavía tenemos planes para mañana. Esto es la ESPERANZA.
Tercer y último post sobre nuestra escapada a la Costa Amalfitana o cómo flipar tanto con tu niño que se te olvide fotografiar lo que visitas y sólo tengas «objetivo» para él 😉
(ahí le entraron ganas de llamar a tia ana)
¡A tomar helados!
a disfrutar de las vistas,
y por la tarde a darnos un baño en otra de esas calas de piedras que daban al agua un color tan increible:
bonita pero que nosotros descartamos principalmente por el calor y por no darle la paliza a Carlos, que está visto que disfruta más cuando los planes no están sobrecargados de visitas y hay tiempo para pararse en cada esquina, alcantarilla, ventana o cualquier cosa interesante que encuentre por el camino.
Podéis ver el resto de los post sobre la Costa amalfitana, incluido el de nuestra casita allí, aquí y aquí.