No tenemos tiempo de mirarnos a los ojos
Es mi frase más repetida ultimamente…
El caso es que de vez en cuando, como hoy por ejemplo, me pregunto si compensan estos horarios; por un lado pienso que son los mejores para los niños y por otro…
Tenemos los horarios cruzados, es decir, @elhombremasguapodelmundo trabaja principalmente por la mañana (aunque por la tarde también) y yo por las tardes. Eso se traduce en que nuestros niños prácticamente todo el día están con uno de sus padres, que para mí, cuando se puede, es lo
ideal, y en que nosotros no tenemos tiempo de mirarnos a los ojos.
Decía Bei que «unas risas en el desayuno y volvéis a ser novios» pero a veces no es tan fácil.
Por las mañanas estoy yo con los niños, @elhombremasguapodelmundo viene a comer a casa, -algo impensable en grandes ciudades, lo sé-, unos 40 minutos de los cuales siempre toca dormir o dar de comer, con suerte a uno, o a ambos niños.
Además de eso, poner la mesa, comer, recogerla, organizar algo de cena, alguna lavadora, ver lo que hay que decirle a la chica y salir los 2 pitando a trabajar (y a veces, cuando los niños han tenido una mañana intensa, ducharme).
Luego él sale de trabajar y vuelve a casa a estar con ellos, hacer la compra con ellos, etc., cenas, pijamas y sobre las 22h llego yo, con un lactante hambriento esperándome y otro que debería estar
dormido según el ritmo circadiano y esas cosas pero que encuentro en pleno apogeo de actividad, como se pasa las 24h del dia 😉
Así que toca dar de comer a Martín, dientes, cuento, rezar y cantar u oir música hasta que se duermen. Con suerte 23,30h.
Si a eso añades recoger mínimamente el campo de batalla que es la casa esas horas (al menos ropa sucia y platos de cena) llegan las 12 de la noche y nos pillan agotados, sin cenar, y sin mucha gana de romanticismos.
Hablamos, sí, de lo imprescindible, pero aún hay que preparar cosillas del dia siguiente, yo me subo a hacer el blog que sí, también, que esto es accesorio, pero después de todo el dia de «obligaciones» a veces la mente o el alma o llámalo X o llámalo energia, necesitan expandirse. Y a mí me compensa
aunque las ojeras crezcan y a la mañana siguiente me arrepienta casi cada día.
Si no, sé que me quedaría leyendo o cosiendo o —–.
Y creo que me compensa precisamente porque forma parte de mí, leer y escribir son cosas que me completan, no somos solamente lo que trabajamos o los pañales que cambiamos, eso es parte de la vida pero somos mucho más que eso, y para que cuando me mires mis ojos no estén vacios, necesito que lo que hay detrás se alimente de cosas que los llenen…
Porque prefiero unos ojos chicos y chinos y llenos de arrugas que unos ojos huecos.
Y tampoco quita tiempo de mirarnos a los ojos porque a esa hora los ojos ya se nos cierran.
Todo esto da como resultado que nuestros niños sólo pasan unas 2-3h diarias con alguien que no seamos sus padres, de las cuales, al menos hora y media suelen estar «haciendo siesta». Si, como dice mi madre, las necesidades afectivas las cubrimos igual él que yo, pues pensamos que compensa. El horario, digo.
Sí, diréis, así estamos todos, pero no. Por un lado porque si nuestros turnos coincidieran, nosotros
también coincidiríamos al menos 2 o 3 horas juntos en casa. Que parece poco pero dan al menos para cenar.
Y por otro lado porque está claro que hay muchísimos que estáis «peor», que vivís separados, en distinta ciudad o incluso distintos países, pero no hablo de eso, hablo de hacerlo así POR ELLOS, no porque la vida lo imponga. Y además tampoco me estoy quejando puesto que es algo que creemos que es bueno. De hecho creo que tenemos mucha suerte de poder elegir.
Y de poder dedicarles a los niños las mañanas lentas, con horas para simplemente mirarlos…
Esta claro que no durará para siempre, que los niños crecerán, irán al cole -ojalá más tarde que pronto- harán su vida y nosotros volveremos a tener tiempo, incluso para mirarnos de más.
Que los dias son largos pero los años tan cortos que esto va a ser un abrir y cerrar de ojos, y que de
momento creemos que compensa tener un chat de whatsapp para nosotros 2 que se llama «cosas de casa» y donde nos recordamos las citas del pediatra, que falta lechuga o que hay que llamar al electricista porque las luces del jardín siguen saltando cuando llueve.
Y que nuestros niños no estarán mejor ni peor educados que otros, no creo que nada de esto los diferencie de otros que vivan de otras formas, y que en el fututo ni se acordarán de esta época.
Pero creo que compensa, no me preguntéis porqué.
Y que todo eso no quita que eche de menos mirarte a los ojos 😉
Y por cierto, gracias a Dios que puedo expandirme sentada en una silla y mirando una pantalla porque el que necesite escalar una montaña nevada para expandir el alma debe tenerlo chungo muchas más veces.