Como os adelantamos aquí, en una escapadita que hicimos por la Costa Brava estuvimos en el hotel más peculiar que habíamos visto nunca,
Un lugar que hay que vivirlo para entenderlo:
Cerca de Olot, rodeado del paisaje volcánico de La Garrotxa, encontramos estos cinco pabellones (habitaciones) que combinan estructuras metálicas con vidrio y lava, diseñados por el estudio RCR y expuestos en el MOMA.
Un hotel al que acercarse con gana de una experiencia diferente…
La recepción es una nave de techos altos, cemento visto y un mostrador de chapa negra con 12 velas… y 6 coles.
Sin más luces que distraigan de lo esencial, la propietaria nos invita a adentrarnos en el espíritu del hotel, en una vida en sintonía con la naturaleza.
Un sobrio pasillo de acceso, y nuestro pabellón:
lava en el suelo, vidrio en las paredes, y el cielo como techo.
Sencillez, una cama.
A pesar de la «charla iniciática», sorprende.
Sorbete de bienvenida, mantas para disfrutar de las estrellas.
Una pila sin grifo, el agua fluye incesante;
la ducha, de cantos rodados,
nos conduce a un baño de agua permanentemente a 37º, constatemente renovada.
Relajante,
muy relajante.
A la hora convenida, el desayuno aparece como por arte de magia en la puerta,
bandejas de plata, pan recién hecho…
básico y muy, muy rico:
Horas para disfrutar el baño, mirar las estrellas, desconectar,
descansar, comulgar con la naturaleza,
¡recolectar coles!
Y por supuesto, conocer los alrededores; te preparan una bolsa de Picnic dDía, pan, embutido, botellita de vino, fruta, una manta… y unas acuarelas de los sitios que merece la pena visitar:
o Picnic dNoche, el más romántico… pero eso ya es otra historia… u otro post ;)!
Por hoy os dejamos con la luz verdosa que envuelve un lugar creado
para volver a sentir aspectos de la naturaleza que creíamos olvidados
¡Hasta mañana!