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#losmartesconCarlos; Viajar con niños y muuucho frío BERLÍN 2014

Antes de que se pase el frío y el post ya se vea antiguo, je je, os vamos a enseñar algunas fotos de nuestro viaje a Berlín. Nos fuimos el puente de la Inmaculada (hacía rasca, sí) para celebrar mi cumple y el de Carlitos y para experimentar cómo es eso de viajar con un bebé de un año…

Como todos nuestros post de viajes, son más visuales que otra cosa, porque hacemos muchas fotos; verlas siempre te vuelve a transportar a esos momentos y es como si volvieras a viajar un ratito… y al fin y al cabo, ya hay miles de post por la red de consejos para viajar con niños y nosotros no íbamos a aportar nada nuevo (cuando cumpla mi sueño de dar la vuelta al mundo con los niños a lo mejor ya me siento más experimentada 😉 )

 Eso sí, la flexibilidad y la paciencia hay que estirarlas muucho cuando viajas con ellos; al fin y al cabo, el suelo del aeropuerto no tiene porqué ser un lugar más sucio que otros para gatear… para que os hagáis una idea, llegamos al hotel a las 2 a.m. y a -9ºC y cuando viajamos low cost somos más de coger trenes con transbordo (si, a las 2 de la mañana también) que taxis, e, ignorante de mí, pensaba que en los aviones no se pueden pasar potitos por eso de los líquidos así que ese día Carlos probó por primera vez el pollo con zanahorias y puré de patatas, ese tan rico que suelen poner en los aviones…

Quizás el que se armó de paciencia y flexibilidad fue él!
El pobre cuando llegamos a la habitación del hotel y le trajeron una cuna, aplaudió…

Eso sí, durmió como un auténtico angelito 🙂

Buenos días Berlín!!

La idea era salir tempranito y bien abrigados para aprovechar las horas de luz,

y el primer día hicimos un free tour para hacernos una idea de la ciudad; es algo que cada día me gusta más porque además de una visión panorámica, siempre te llevas un montón de anécdotas y recomendaciones para el resto del viaje,

Carlos entre el frío, las miles de capas que llevaba, el croissant que también había descubierto por primera vez en el desayuno y el plástico ese que le poníamos para cortarle un poco el aire, pensó que lo mejor era echarse una siesta

 y dejar que nosotros conociéramos un poco la historia de la ciudad a través de sus  calles,

sus edificios,

y sus tiendas decoradas de Navidad:

Y después de una mañana muy bien aprovechada, cuando se fue la luz decidimos entrar en un centro comercial gigante,

 Le tocaba el turno de diversión al enano!

Que seguro que ya estábais pensando que para ser un viaje con niños nos estábamos pasando de monumentos 😉

Pero noooo; hubo tarde para comer, gatear, montar en carrusel, pensar lo que íbamos a pedir a los reyes,

pasar muucho rato en una tienda gigante de manualidades,

 aunque ahí no sé si disfrutó más él o nosotras…
En fin, que el resto de la tarde se nos pasó entre juegos, clips gigantes y risas,
Y por la noche no podía faltar un paseo por los mercadillos navideños! 

Entre la decoración, los villancicos,

los dulces que podías probar en cada puesto,

y las miles de lucecitas, hasta Carlos estaba encantado con el ambiente!!

y colorín colorado, este día se ha acabado!!

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#losmartesconCarlos; Días de campo y primos… y MI FOTO PREFERIDA :)

Como ayer os contábamos nuestro fin de semana de primos, hoy os traemos algunas fotos de lo bien que lo pasamos,

 y aprovechamos para enseñaros un par de «accesorios» que nos están resultando muy prácticos con el enano

 Uno de ellos son los «gatones», una especie de peto con tirantes y pies incluidos, que se pone encima de la ropa y los zapatos y permite que el gateador explore y se arrastre por cualquier sitio,

 se dedique a pintar en la tierra,

 ¡o a meterse en una vasija!

 protegiendo su ropa de una muerte prematura asegurada. Los originales, que nos los regalaron cuando Carlitos nació, la verdad es que son mucho mejores que estos, vienen reforzados en las rodillas y con textura antideslizante en las suelas; los que nos sigáis en IG seguro que se los habéis visto muchas veces, así como en algún que otro post. Lo que pasa es que el enano está tan perezoso en eso de soltarse a andar que los originales, además de tenerlos ya destrozados, no le caben!

 Y lo otro que os íbamos a enseñar es nuestra mochila Ergobaby, de la que sólo os diré que soy capaz de «cargarla» durante un paseo bastante largo y vosotros mismos podéis juzgar si Carlos iba cómodo ahí arriba, muy atento todo el camino buscando lobos hasta que se quedó fritito!

Ese fue el momento que aprovechamos para planificar lo de las casitas 😉

y para que los demás hicieran un rato el tonto mientras yo les hacía fotos…

Continuamos el paseo y Carlos se despertó justo a tiempo para volver a poner a prueba sus gatones, esta vez a la orilla del río,

 Y allí fue donde hice MI FOTO PREFERIDA del fin de semana y creo que de mucho tiempo más!

No sé si dedicarle un post sólo a esta foto y a todo lo que me transmite de esa relación sobri-madrina; creo que me lo voy a pensar 😉

En fin, que fue un fin de semana muy completito, hasta concurso de tiro al blanco y cata de cervezas hicimos, aunque eso ya os lo cuenta mi hermana otro día,

Desde aquí aprovechamos para darle las GRACIAS  los anfitriones y a la dueña de la casa,

y decirles que se repita pronto ;)!!

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#losmartesconCarlos; Nuestro comedero para pájaros DIY

Hace ya unas semanas que hicimos esta manualidad, pero hemos estado esperando a ver si conseguíamos alguna foto con los pajaritos comiendo, y nada, no hay manera!

Al principio Carlos se levantaba cada mañana
llamando a los pajaritos, y vigilaba durante un rato por la ventana,

pero ya el pobre se ha dado por vencido y señala el comedero y dice «pío, pío, no», con cara de pena…

 Menos mal que al menos nos lo pasamos bien haciéndolo!

Una botella de plástico que tengais por casa, una cuchara de palo y una bolsa de alpiste (el embudo para echar el aspiste es opcional, como veis, no evitó mucho los derrames…)

Y luego un poco de tela de saco y una cuerdecita para colgarlo en algún sitio que a los pájaros les pueda gustar,

Aquí tenéis el resultado!

 

Siempre intentamos dejar que Carlos participe lo más posible en los proyectos DIY, aunque luego nos pasemos casi más tiempo recogiendo y limpiando… es parte de la diversión!

Al menos él se lo pasó en grande descubriendo hasta dónde había llegado el alpiste 😉

Y aún no perdemos la esperanza de levantarnos algún día y que los pajaritos hayan descubierto nuestro regalo!!

Y vosotros, ¿dejáis que los niños se manchen tanto o lo véis demasiado pequeño para estas cosas?

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Ideas para regalar a un bebé; Fun*das bnc + {1×1}

Os acordáis de los bodies para ver cómo iban crecidendo los bebés?

Pues resulta que después de 12 meses «de lucha» con el pequeño rabo de lagartija que tenemos en casa, al que era imposible hacer una foto en la que saliera su cara, para ver cómo iba cambiando, el cuerpo, para ver cuánto crecía, el número del bodi para saber el mes y que además no estuviera movida (eso de hacerle la misma foto todos los meses en la misma postura lo descartamos desde que supo darse la vuelta solo), empezamos a pensar en otra manera de ir haciéndole fotos mes a mes -y que no fuese atándolo a la cuna con cuerdas, jeje-

Así que aquí tenemos la nueva versión que hicimos para nuestro modelo de los ojos grandes,el del otro día, un modelo que con la pegatina de 1 mes abulta como si tuviera 4!

Esta vez sólo hay que imprimir los mismos descargables que os dejamos en el link,


pero en papel de pegatina para luego pegarla en la hamaca que tengáis o en el cochecito, etc.; en cualquier sitio donde el bebé se mantenga quieto aunque sean 10 segundos! 

Ya os contamos que nos encantan las de Fun*das bcn; son las que tenemos para el carro y para la hamaca de Carlos y también fue la que elegimos para regalar con el kit de números,

Elegimos primero el estampado que nos guste, imprimimos los número en un color que le vaya,

Y sólo tenemos que ir pegando uno cada mes,

E ir viendo cómo va creciendo el bebé y llenando cada día más la hamaquita!

 

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#losmartesconCarlos; El cumple de Caperucita Roja

Hace ya un tiempo os enseñamos la fiesta de Amalia , que ahora se ha hecho mayor y nos ha invitado  un cumple precioso:

Todo organizado por Tan Lindo, esa tienda bonita de la que ya os hemos hablado otras veces 

Es o no es de cuento la mesa de la merienda?

Estaban los animalitos del bosque,

Carteles para que nadie se perdiera,

Su estrella de 4 añazos!

 

 La cesta de caperucita; 

Todo lleno de detalles,

 y todo buenísimo!

Hasta el lobo estuvo por allí viendo a quién se comía…

Desde luego Carlos lo pasó estupendamente,

Más aún cuando Caperucita en persona le ayudó a ponerse el zapato…

 Le gustó tanto que hasta le dijo guapa espontáneamente, jeje!

 Y colorín colorado este cuento se ha acabado…


Muchas gracias por habernos invitado!

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#losmartesconCarlos; Una tienda a la que querrás volver y volver con los enanos

La semana pasada os contábamos nuestra escapada a Madrid con el enano pero dejamos algunas cosillas sin enseñaros porque se merecen un post a parte, como esta tienda de juguetes creativos, manualidades y todo lo que puedas soñar para tus niños:

La verdad es que el aspecto de la tienda ya lo dice todo…

Un sitio donde disfrutar viendo los juguetes, probándolos y hasta haciéndoles fotos, jajaj!

Estas tan preciosas son de Jessica Davey, ya que estaban las de ella, para qué íbamos a hacer nosotras unas peores? 😉

Tienen también una zona de hacer talleres, (estas son las cosas que hacen que echemos de menos vivir en Madrid… entre otras miles!)

La verdad es que nos llamaron la atención muchísimas de las cosas que tienen, como este móvil de bambú, que justo el otro día una amiga nos preguntaba dónde podía encontrar móviles bonitos para su bebé, que no fueran de mil colores y llenos de luces…

Y mirad como alegra la habitación este vinilo de confetti!

O esta cuchara-avión, que no nos llevamos porque Carlos come a una velocidad que no da tiempo ni a hacer el avión ni nada, él sólo quiere que le cargues la cuchara todo lo que puedas y se la des rápido…

Y esta locomotora de madera con unas vías de papel larguísimas para ir recorriendo toda la casa también nos quedamos con las ganas de comprarla, pero es que todo no se puede…

Tienen también tienda on line muy organizada por edades, eso me encanta, porque ayuda mucho a la hora de elegir regalitos, etc. y otra zona para que los niños prueben los juguetes, que es la mejor manera de saber lo que les gusta!

Carlos se encargó de probar de todo un poco,

y al final nos llevamos esa torre de cubos con la que sigue flipando cada vez que la tira (lo de montarla ya nos lo deja a nosotros)

Nosotros estamos haciendo ya la wish list para cuando carlos sea un poco mayor, encabezada cómo no, por un tipi!!

 este calendario para aprender las estaciones,

el set de jardineros o la tablet de madera de la que estoy enamorada antes de tener niños, jaja!

 Igual que la cámara de fotos de madera, aunque no sé si al ritmo que van los niños van a querer directamente una de verdad, porque Carlos ya me pide la mía para intentar hacer fotos a los pajaritos…

Total, que nos lo llevaríamos todo, sí, para qué vamos a engañarnos… y eso que siempre he dicho que no me gusta que los niños tengan muchos juguetes, jeje, pero bueno, que sean pocos pero bonitos y que les duren, no?

¿A que os han entrado ganas de conocer la tienda 😉 ?
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#losmartesconCarlos; Nuestras mañanas lentas

Hoy os traigo un «robado», un post que leí en su momento, en agosto del 2013, y me gustó bastante; El otro día por casualidad volvió a aparecer por mi pantalla y entonces lo entendí de verdad.


Porque es eso lo que yo he estado persiguiendo los últimos meses y es eso lo que os comentaba aquí que había conseguido; voy más lenta. El secreto que me preguntabas, Mar, creo que ha sido sólo darme cuenta que de verdad eso es lo que le sienta bien a Carlos. Y sorprenderme cada día de las cosas que «le he enseñado» (las ha aprendido él, mejor dicho) mientras creía que no estaba siendo productiva.


 El día en que dejé de decir «date prisa»


Cuando estás viviendo una vida apretada, cada minuto cuenta.
Sientes que deberías tachar algo de la lista de cosas pendientes, mirar
una pantalla, o salir corriendo hacia el siguiente destino. Y no importa
en cuántas partes dividas tu tiempo y atención, no importa cuántas
tareas trates de hacer a la vez, nunca hay suficiente tiempo para
ponerse al día.

Esa fue mi vida durante dos años frenéticos. Mis
pensamientos y acciones estaban controlados por notificaciones
electrónicas, melodías para el móvil y agendas repletas. Y aunque cada
fibra de mi sargento interior quería llegar a tiempo a todas las
actividades de mi programa, yo no.

Verás, hace seis años, fui bendecida con una niña relajada, sin preocupaciones, del tipo de quienes se paran a oler las rosas.
Cuando
tenía que estar ya fuera de casa, ella estaba ahí, toda dulzura,
tomándose su tiempo para elegir un bolso y una corona con purpurina.

Cuando
tenía que estar en algún sitio desde hacía cinco minutos, ella insistía
en intentar sentar y ponerle el cinturón de seguridad a su peluche.

Cuando
necesitaba pasar rápidamente a comprar un bocadillo en Subway, se
paraba a hablar con la señora mayor que se parecía a su abuela.

Cuando tenía 30 minutos para ir a correr, quería que parase la sillita para acariciar a cada perro con el que nos cruzábamos.
Cuando tenía la agenda completa desde las seis de la mañana, me pedía que le dejase cascar y batir los huevos con todo cuidado.


Mi
niña despreocupada fue un regalo para mi personalidad de tipo A,
orientada al trabajo, pero yo no lo vi. Oh no, cuando tienes una vida
apretada, tienes visión de túnel – solo ves el siguiente punto en tu
agenda. Y todo lo que no se pueda tachar de la lista es una pérdida de
tiempo.

Cada vez que mi hija me desviaba de mi horario, me decía a
mí misma: «No tenemos tiempo para esto». Así que las dos palabras que
más usaba con mi pequeña amante de la vida eran: «Date prisa».

Empezaba mis frases con esas dos palabras.
Date prisa, vamos a llegar tarde.
Y las terminaba igual.
Nos lo vamos a perder todo si no te das prisa.

Comenzaba el día así.
Date prisa y cómete el desayuno.
Date prisa y vístete.
Terminaba el día de la misma forma.
Date prisa y lávate los dientes.
Date prisa y métete en la cama.

Y
aunque las palabras «date prisa» conseguían poco o nada para aumentar
la velocidad de mi hija, las pronunciaba igualmente. Tal vez incluso más
que las palabras «te quiero».

La verdad duele, pero la verdad cura… y me acerca a la madre que quiero ser.

Entonces,
un día trascendental, las cosas cambiaron. Habíamos recogido a mi hija
mayor del cole y estábamos saliendo del coche. Como no iba lo
suficientemente deprisa para su gusto, mi hija mayor le dijo a su
hermana: «Eres muy lenta». Y cuando se cruzó de brazos y dejó escapar un
suspiro exasperado, me vi a mí misma – la visión fue desgarradora.

Yo era una matona que empujaba y presionaba y acosaba a una niña pequeña que sólo quería disfrutar de la vida.
Se me abrieron los ojos, vi con claridad el daño que mi existencia apresurada infligía a mis dos hijas.
Aunque
me temblaba la voz, miré a los ojos de mi hija pequeña y le dije:
«Siento mucho haberte metido prisa. Me encanta que te tomes tu tiempo, y
me gustaría ser más como tú».

Mis dos hijas me miraban igualmente
sorprendidas por mi dolorosa admisión, pero la cara de mi hija menor
tenía un brillo inconfundible de validación y aceptación.

«Prometo ser más paciente a partir de ahora», dije mientras abrazaba a mi pequeña, que sonreía con la promesa de su madre.

Fue
bastante fácil desterrar las palabras «date prisa» de mi vocabulario.
Lo que no fue tan fácil era conseguir la paciencia necesaria para
esperar a mi lenta hija. Para ayudarnos a las dos, empecé a darle un
poco más de tiempo para prepararse si teníamos que ir a alguna parte. Y a
veces, incluso así, todavía llegábamos tarde. En esos momentos me
tranquilizaba pensar que solo llegaría tarde a los sitios unos pocos
años, mientras ella fuese pequeña.

Cuando mi hija y yo íbamos a
pasear o a la tienda, le dejaba marcar el ritmo. Y cuando se paraba para
admirar algo, intentaba quitarme la agenda de la cabeza para
simplemente observar lo que hacía. Vi expresiones en su cara que no
había visto nunca antes. Estudié los hoyuelos de sus manos y la forma en
que sus ojos se arrugan cuando sonríe. Vi cómo otras personas
respondían cuando se paraba para hablar con ellos. Observé cómo
descubría bichos interesantes y flores bonitas. Era una observadora, y
aprendí rápidamente que los observadores del mundo son regalos raros y
hermosos. Ahí fue cuando por fin me di cuenta de que era un regalo para
mi alma frenética.


Mi
promesa de frenar es de hace casi tres años, y al mismo tiempo empezó
mi viaje para dejar de lado la distracción diaria y atrapar lo que de
verdad importa en la vida. Vivir en un ritmo más lento todavía requiere
un esfuerzo extra. Mi hija pequeña es el vivo recuerdo de por qué tengo
que seguir intentándolo. De hecho, el otro día, me lo volvió a recordar.

Habíamos
salido a dar un paseo en bicicleta durante las vacaciones. Después de
comprarle un helado, se sentó en una mesa de picnic para admirar con
deleite la torre de hielo que tenía en la mano.

De repente, una mirada de preocupación cruzó su rostro. «¿Tengo que darme prisa, mamá?»
Casi lloro. Tal vez las cicatrices de una vida acelerada no desaparecen por completo, pensé con tristeza.
Mientras
mi hija me miraba esperando a saber si podía tomarse su tiempo, supe
que tenía una opción. Podía sentarme allí y sufrir pensando en la
cantidad de veces que le había metido prisa a mi hija en la vida… o
podía celebrar el hecho de que hoy intento hacer algo distinto.

Elegí vivir el hoy.


«No
tienes que darte prisa. Tómate tu tiempo», le dije tranquilamente. Su
rostro se iluminó al instante y se le relajaron los hombros.

Y así
estuvimos hablando de las cosas de las que hablan las niñas de seis
años que tocan el ukelele. Incluso hubo momentos en que nos sentamos en
silencio simplemente sonriendo la una a la otra y admirando las vistas y
sonidos que nos rodeaban.

Pensé que mi hija se iba a comer toda
la maldita cosa – pero cuando llegó al último pedazo, me pasó la cuchara
con lo que quedaba de helado. «He guardado el último bocado para ti,
mamá», me dijo con orgullo.

Mientras el manjar saciaba mi sed, me dí cuenta de que había hecho el negocio de mi vida.
Le
di a mi hija un poco de tiempo … y, a cambio, ella me dio su último
sorbo y me recordó que las cosas son más dulces y el amor llega con más
facilidad cuando dejas de correr por la vida.


Ya se trate de …
Tomarse un helado
Coger flores
Ponerse el cinturón de seguridad
Batir huevos
Buscar conchas en la playa
Ver mariquitas y otros bichos
Pasear por la calle

No diré: «No tenemos tiempo para esto». Porque básicamente estaría diciendo: «No tenemos tiempo para vivir».

Hacer una pausa para deleitarse con los placeres simples de la vida es la única manera de vivir de verdad.
(Confía en mí, he aprendido de la mejor experta del mundo.)
 

Por eso, aunque a algunos les parezca una locura, cuando cada noche sigo dumiendo a Carlos en brazos o cantandole alguna canción inventada por nosotros sobre lo que hemos hecho ese día, no me parece una pérdida de tiempo, no me da miedo «que se acostumbre» -entre otras cosas porque ya lo está, jeje-. No conozco a ningún niño que con 15 años quiera que su madre lo duerma en brazos, y 15 años me parece tan poco…

Por eso hoy, que ha tardado más en dormirse, el post es «copiado», no le he dedicado tanto tiempo y aún puedo aprovechar para hacerle un juguete nuevo que le estoy preparando para mañana, y para acostarme antes, incluso para leer… O para escribir esto al lado de su cuna, con el brillo del teléfono al mínimo y su respiración, al fin pausada, como banda sonora.
Mi cuarto está más calentito y huele mejor porque él está aquí. 
Mis mañanas no se acuerdan de lo que significa «productividad» pero son las mejores #mañanaslentas del mundo.

Aunque echemos una hora comiendo un pan de tortuga regalo de #lalocadesutía

Y vosotros, tenéis algún ratito lento que consigáis disfrutar cada día?