El sábado por la noche, volviendo de cenar por ahí con amigos, @elhombremásguapodelmundo se acordó de decirme que el lunes necesitábamos un disfraz de Halloween para Carlos, así que aquí va nuestra improvisación de disfraz de domingo-con-todo-cerrado-y-amigos-a-comer-en-casa:
La primera vez no estaba muy convencido con eso de disfrazarse pero al día siguiente se levantó diciendo que quería ser un murciélago para que lo viera mamá (cuando se disfrazó yo estaba trabajando y no pude verlo)
Mientras se vestía pensó que lo suyo era probar si las alas funcionaban…
luego decidió que era mejor corretear con los pies en el suelo
descalzo, como los murciélagos de verdad, ¡por supuesto!
Hubo un momento en que lo convencí para que parase y abriese las alas:
En estas fotos podéis apreciar mejor lo simple que es el disfraz; un par de leggings míos viejos, que estaban pidiendo a gritos que los jubilara,
uno lo cortamos de largo y lo estrechamos un poco, para los pantalones del vampiro,
y el otro lo cortamos también de largo a la medida de los brazos y le hicimos un agujero donde se unen las costuras de las dos piernas, para meter por ahí la cabeza. A este ni siquiera hace falta meterle porque así le quedan más anchitas las mangas.
Por último, con 2 trozos de tela negra se le ponen las alas y… a volar!
La careta de vampiro-no-muy-terrorífico la sacamos de aquí
(aunque no le gustaba mucho puesta sobre la cara)
No me preguntéis cómo pero logró convencerme de que los vampiros se
alimentan a base de taaarrtaa (chocolate para los humanos) y arroz
inflado:
y por último, lo más divertido, ¡por lo visto los vampiros saltan en la cama!
Así que ahí estuvimos el pequeño batman y yo, entretenidos media mañana con la excusa de enseñaros el disfraz 😉
Ea, pues si tenéis alguna fiesta el fin de semana y no tenéis disfraz,
ya no hay excusa para hacerse uno en 20 minutos!