El otro día hablaba con mi Cuñao, de que yo pensaba que la gente que tenía más dinero, no era más feliz. Ayuda, por supuesto, pero creo que la felicidad y el dinero no están directamente relacionados.
Siempre y cuando una persona tenga trabajo y pueda mantener a su familia. Que cambian mucho las cosas si estás agobiado porque no llegas a fin de mes, y desgraciadamente en nuestro país, pasa a menudo.
Pero si partimos de la base, que tenemos un sueldo medio, no somos más infelices que los que tienen grandes fortunas, en mi opinión, claro.
Y justo al día siguiente, me encontré con este artículo, con el que yo, estoy totalmente de acuerdo.
Qué pensáis vosotros?
Dicho esto, si algún día me toca el euromillón, será bienvenido, y creo que también podría ser FELIZ ;)!
El artículo se llama:
Las Personas Que Gastan Su Dinero En Experiencias Son Más Felices y Sociables
Y podéis leerlo entero
aquí.
“El dinero no hace la felicidad, pero la financia“, decía Manolito, el amigo de Mafalda. Sabemos que el dinero puede hacerte más feliz, aunque una vez que cumpliste tus necesidades básicas, eso ya no es tan efectivo. Por otro lado, la “plata” es un recurso limitado -para la mayoría de nosotros- por lo que siempre estamos viendo cómo distribuirla.
Así, mucha gente hace una suposición muy lógica sobre el gasto de su recursos monetarios: que porque un objeto físico durará más tiempo, nos hará más felices durante un tiempo más largo que una experiencia de una sola vez, como un concierto o irse de vacaciones. De acuerdo con investigaciones recientes, sin embargo, esa suposición es completamente errónea.
“Uno de los enemigos de la felicidad es la adaptación”, dice el Dr.Thomas Gilovich, profesor de psicología en la Universidad de Cornell, que ha estado estudiando la cuestión del dinero y la felicidad durante más de dos décadas. “Compramos cosas para hacernos felices, y tenemos éxito. Pero sólo por un tiempo. Las cosas nuevas son emocionantes para nosotros al principio, pero luego nos adaptamos a ellas“.
Así que en lugar de comprar el último iPhone o un nuevo BMW, Gilovich sugiere que obtendremos más felicidad si gastamos dinero en experiencias como ir a exposiciones de arte, hacer actividades al aire libre, aprender una nueva habilidad, o irnos de viaje.
Los hallazgos de Gilovich son la síntesis de los estudios psicológicos realizados por él y otros acerca de la
paradoja de Easterlin, según la cual
el dinero compra la felicidad, pero sólo hasta cierto punto. Cómo afecta la adaptación a la felicidad, por ejemplo, se midió en un estudio que pidió a la gente que auto-reportara su felicidad tanto con
compras materiales importantes como con
compras experienciales. Inicialmente,
el nivel fue el mismo. Pero con el tiempo, la satisfacción de la gente con las cosas compradas
bajó, mientras que su satisfacción con las experiencias en que gastaron dinero
subió.
“Nuestras experiencias son una parte más grande de nosotros mismos que los bienes materiales”, dice Gilovich. “Te pueden gustar mucho tus cosas materiales. Puedes incluso pensar que parte de tu identidad está conectada a esas cosas, pero no obstante siguen estando separadas de ti. Por el contrario, tus experiencias son realmente parte de ti. Somos la suma total de nuestras experiencias“.
Por otro lado, las experiencias compartidas nos conectan más a otras personas que el consumo compartido. Es mucho más probable que te sientas conectado con alguien con quien tomaste unas vacaciones en Bogotá que con alguien que también se compró untelevisor 4K.
“Consumimos experiencias directamente con otras personas“, dice Gilovich. “Y después de que pasaron, son parte de las historias que nos contamos unos a otros.”