Una mañana, 2 años atrás, recibimos un desayuno muy especial,
Un tarrito por cada mes de espera, por cada mes de ilusión,
Una velita que enciende la luz de la esperanza,
Una mañana, 2 años atrás, recibimos un desayuno muy especial,
Un tarrito por cada mes de espera, por cada mes de ilusión,
Una velita que enciende la luz de la esperanza,
Si tengo que elegir una comida del día, sin duda me quedo con el desayuno. En casa, en la calle, en la cama…
Cuando vivía en Madrid, los fines de semana que no salíamos por la noche, al día siguiente nos íbamos a desayunar por ahí. A Harina, Mamá Framboise o alguna pastelería de las que nos gustan y nos pasábamos la mañana del sábado charlando con una buena taza de café, o de chocolate caliente en mi caso 😉
Otros sábados, hacíamos el desayuno en casa. A mí me encantaba poner la mesa bonita. Si no teníamos mantel, improvisaba con un mantel blanco y unas tiras de papel craft, para darle un poco de color…
y al lado un pequeño buffet para que cada una se sirva lo que le apeteza… Café, zumo, bollería, tostadas, churros…y a veces cuando tenía tiempo hacía un bizcocho.
Con pequeños manteles de diferentes tipos para darle un poco de color a la mesa. Gracias Cris por el préstamo 😉
Otras veces, cuando mi hermana y #elhombremásguapodelmundo venían a verme, como yo madrugaba (esa época en la que tenía que madrugar, ahora trabajando desde casa, aprovecho para estar un poquito más en la cama) les dejaba el desayuno preparado para cuando se levantaran.