de las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno
Volver,
a las list to do en servilletas de un sólo uso que cada día olvido en el bolsillo de la bata,
a encontrarme a los niños en pijama, a los minutos de la basura, como los llama @elhombremásguapodelmundo,
a las carreras a mediodía para no llegar tarde,
a controlar la demanda de la lactancia, que si la controlas ya no es a demanda, pero hay que cuadrar el horario para que coma justo antes de dejarlo,
a acordarme de todos los que tienen que volver al trabajo antes, de los que trabajan todo el día,
Volver,
a peinarme cada día,
a echarlos de menos (igual que a veces se les echa de más 😉 )
a las comidas sin postre, a meterle prisa a Carlos para que se duerma porque si no, ni postre, ni comida,
a tener ratos para pensar,
y para oir música,
y para hablar de algo que no sean cuentos y escaleras peligrosas,
Volver,
a poder tomar algo al salir, ya que estás fuera…
a preocuparme por algo más allá de las rabietas,
a c—— en la conciliación,
a empezar a cortar un poquiiito ese hilito que dicen los expertos que a mí me gustan que debería durar otros 9 meses,
que es un soplo la vida
que unos años no es nada
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Volver,
a pensar que puede que mi abuela tenga razón y las mujeres nos hayamos organizado fatal,
a salir a la calle cada día,
a dar gracias por la suerte que tengo, por el horario, por el jefe comprensivo (en estas cosas!)
a darme cuenta de que no, que al menos yo, no estoy tan mal (lo siento abuela, te ha durado poco la razón 😉 )
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
Probablemente nunca sea buen momento,
tarde o temprano
detiene su andar
así que hoy ha sido un día tan bueno como cualquier otro para volver al trabajo.
Y así, cada tarde,
una esperanza humilde
que es toda la fortuna
de mi corazón.