Hace ya unas semanas que hicimos esta manualidad, pero hemos estado esperando a ver si conseguíamos alguna foto con los pajaritos comiendo, y nada, no hay manera!
Al principio Carlos se levantaba cada mañana
llamando a los pajaritos, y vigilaba durante un rato por la ventana,
pero ya el pobre se ha dado por vencido y señala el comedero y dice «pío, pío, no», con cara de pena…
Menos mal que al menos nos lo pasamos bien haciéndolo!
Una botella de plástico que tengais por casa, una cuchara de palo y una bolsa de alpiste (el embudo para echar el aspiste es opcional, como veis, no evitó mucho los derrames…)
Aquí tenéis el resultado!
Al menos él se lo pasó en grande descubriendo hasta dónde había llegado el alpiste 😉
Y aún no perdemos la esperanza de levantarnos algún día y que los pajaritos hayan descubierto nuestro regalo!!
Y vosotros, ¿dejáis que los niños se manchen tanto o lo véis demasiado pequeño para estas cosas?