Después de un rato pensando sobre qué escribir el post de hoy, un experimento que hicimos hace tiempo y ahora estamos comprobando si funciona;
Consiste en hacer unas magdalenas que duren muuucho tiempo como recién hechas
Inspiradas por esta receta, y pensando en algo que pudiésemos regalar a todo el que viene de visita a la casa de las estrellas, como hicimos con el turrón de obleas en Navidad, se nos encendió la bombillita de nuestra cabecera, ¿y si probamos con la receta de las mejores magdalenas del mundo?
¿cómo sería poder tener nuestras magdalenas preferidas guardadas en un botecito, listas para ser devoradas en cualquier momento como recién hechas?
Lo primero es hacer la masa normal de las magdalenas, os dejamos la receta que más nos gusta a nosotras:
Ingredientes
– 4 huevos
– su peso (con cáscara) en harina
– su peso en azúcar
– su peso en aceite de girasol (aunque nosotras quitamos un poquito de este aceite, unos 70gr aprox. y lo sustituimos por nata)
– 2 sobrecitos de levadura tigre
– ralladura de un limón
Modo de hacerlo
Se mezclan primero los huevos y el azúcar y a continuación se añaden el resto de ingredientes.
Una vez tengamos la masa viene el truco; en vez de poner la masa en moldes de magdalenas, la ponemos en botes de cristal de conservas (los nuestros son reciclados de mermeladas, tomate frito, etc. y esterilizados en agua hirviendo), rellenándolos un poco más de la mitad.
A continuación espolvoreamos con abundante azúcar para conseguir que la parte de arriba quede crujiente y dorada y horneamos, unos 10-15 min (en función del horno) a 180º.
Cuando estén a nuestro gusto, (nosotras las preferimos más bien cruditas, ummm) las sacamos del horno y, esto es lo más importante, ponemos rápidamente la tapadera del bote, apretando con fuerza para que quede bien cerrado. Con cuidado que le bote quema ;)!
El truco está en que la magdalena rellene todo el bote (porque ha levado en el horno) y al taparlo inmediatamente, el calor hace que salga el poco aire que quede dentro y consigue hacer el vacío en el interior del bote
Luego tapamos el bote con un poco de lino, unas etiquetas con nuestro sello de #lacasitadelasestrellas, con una cuerda atamos una cucharita de madera y… listas para repartir
y devorar,
¡ÑAM ÑAM!
De momento llevan 4 meses y se conservan como el primer día 🙂
Así que ya sabéis, si os apetece probar el experimento, podéis seguir los pasos que os hemos contado… o venir a hacernos una visita a casa y os llevaréis una de regalo 😉
Feliz semana!