Cada verano, otro de los imprescindibles es la excursión al «mercadillo de los domigos» de nuestro pueblito…
No a gastar mucho si no a encontrar esos pequeños tesoros, baratijas que te llaman la atención y luego dan personalidad a los rincones de nuestra casa, que hacen que simpre haya un trocito de verano en ella 😉
unos casquillos para iluminar un poco el invierno
Un cazo y un embudo con los que «cocina» Carlos,
Algo que para nosotros es un florero de pared,
un bolso para seguir recorriendo mundo;
Una
tabla de madera que también recogimos de un pueblo abandonado el verano
pasado y acabó siendo una estantería en la entrada para dejar las
llaves,
y que da la bienvenida a todo el que entre en nuestra casa junto con esos candelabros 🙂