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Tienes 30 años y estás agotado? Tienes que leer esto…

Voy en el ave a Madrid. Allí tengo reunión de trabajo y luego cojo avión a Manchester. De Manchester vuelo a Málaga y vuelta el viernes Me gustaría ir a cenar a Córdoba para recoger a Carletes, llevarlo el sábado a un cumple en Sevilla y poder ir el domingo al acuario. Muchos piensan que paso mucho tiempo con él. Para mi, nunca es demasiado. Seguramente acabe el domingo «muerta matá» como digo yo cuando estoy agotada; pero la otra opción sería pasar el fin de semana tumbada esperando que llegue el lunes para volver a empezar.

Y así todos los fines de semana de bodas, viajes o cumpleaños y si no hay nada oficial, ya inventaremos algún plan 😉

Y queremos no estar cansados…? Este artículo que he leído esta mañana aquí lo dice bien claro.
Es un artículo de la revista GQ, y lo ponemos aquí porque me ha parecido muy bueno.
Su autor es: @mateosancho.

¿POR QUÉ ESTOY AGOTADO SI SÓLO TENGO 30 AÑOS?

 

 

«Si esta va a ser la vida los próximos 30 años, nos tiramos por un puente ahora mismo. Esto antes no era así.

¿Es esto la felicidad? ¿Una concatenación de acontecimientos emocionantes entre un despertar lento y un acostarse baldado? Estoy súper orgulloso de mi vida: tengo muchos amigos con los que me río mucho, hablo varios idiomas a lo largo del día, tengo una cultura aceptable, un trabajo que me da de comer y es entretenido, alguna colaboración que quizá se acerca más a lo que yo soñé de mí mismo y me mata el gusanillo, una vida sexual activa en un matrimonio maravilloso, estoy en forma y aún me queda tiempo y dinero para hacerme un par de viajes al año.

Pero tras esa sonrisa satisfecha se esconde el terror que me produce pensar que si esta va a ser mi vida los próximos 30 años me tiro por el puente ahora mismo, porque yo no puedo más. Esta felicidad me está dejando deslomado. Es como qué bonita es Roma pero, ¿Quién mantiene todo este patrimonio?

Y pienso que a mi edad mis padres tenían cuatro churumbeles que daban bastante la lata y yo nunca percibí en ellos señales de ese agotamiento tan de nuestra época. Así que, antes de asumir que somos unos flojos, voy a intentar ver cuáles son las diferencias entre ellos y nosotros.

Por empezar con algo: ¿Cuándo fue la última vez que tus vacaciones fueron irte a una playa de Tarragona y no hacer nada durante diez días? Primera diferencia: para mí ahora las vacaciones son tomar un vuelo de varias horas, llegar a un país de condiciones extremas o lengua distinta, o pateos interminables y así desconectar la cabeza. Pero, ¿Cuándo desconecto el cuerpo? Vuelvo el día antes de la reincorporación a las 12 de la noche y con jet lag y entro ya arrastrándome a la oficina tras mi supuesto descanso.

Segundo punto: ¿Cuántos amigos tenían tus padres? Más bien pocos. ¿A cuántos cumpleaños de amigos viste que fueran tus padres entre los 30 y los 40? La amistad pasó a un segundo plano a los 25 y bienvenidos fueran los reencuentros puntuales, pero sin fliparse. Mi padre y mi madre hablaban mucho entre ellos, eso sí, y mucho conmigo y mis hermanos, desde luego. Mi padre tenía la curva de la felicidad, pero ahora hemos pasado al six-pack de la felicidad. Ahí nos han dado el cambiazo a traición. Y quizá lo más importante: «¿Hola, puedo hablar con el señor Sancho Senior?». «No, ha salido. Volverá en tres horas aproximadamente». Y hasta las tres horas no se comunicaba y no se caía el mundo, como nunca vi a nadie llamar a casa a molestarlo por razones laborales. Quizá ahora estemos cansados de estar siempre «con los nervios del directo» de la exposición y localización permanente.

En casa comíamos muy bien, pero sin las florituras que ahora nos obligamos a saber hacer. Unas acelgas, un filete a la plancha y un pescado al horno. Ni emulsiones, ni reducciones, ni marinados. Todo de batalla y bien digno. Más sano, además, y el restaurante para las fiestas de guardar, y a veces ni eso.

Tampoco vi a mis padres muy preocupados por estar a la última en nada. Asumieron bien pronto que su música sería para siempre Mocedades y Paco Ibáñez y que sus películas favoritas eran las que grabaron aquella vez en vídeo. Si alguna les apetecía especialmente, íbamos al cine, pero si había que esperar a que la estrenaran en la tele cinco años después, no se acababa el mundo. Ahora, en cambio, hay algo de competición excluyente en cada simple conversación sobre si leíste esto, sobre si te has enterado de la serie que está triunfando en el canal de pago finlandés o si estuviste en el concierto irrepetible del otro día, porque no vi que pusieras nada en Instagram. Estoy un poco hasta las pelotas de esto especialmente.

Así las cosas, empiezo a entender que mis energías se me van en cosas bastante poco importantes. Y que no es que seamos flojos. Es que somos un poquito gilipollas.»

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#losmartescon2; eres un niño MUY BUENO

 Hoy me has preguntado si eres educado, si eres bueno…

Eres muy bueno

 

Muchas noches me acuesto con la mala
sensación de haber hablado regular de ti, pequeño. Mi pequeño rabillo de lagartija,
mi niño mayor, mi bebé grande, cada día digo que no lo voy a hacer más, que no
te voy a etiquetar, que no seré yo quien te dirija hacia eso, pero al día
siguiente me preguntan, porque todos preguntan, y no me siento capaz de decir
que eres buenísimo. ¡Y eso que lo eres! Lo que pasa es que lo que en realidad
preguntamos es si eres uno de esos niños que comen muy bien, duermen mucho, son
tranquilos y hacen a la primera lo que los mayores le dicen. Y ese precisamente
no es tu perfil, por eso no me sale decir que eres bueno.

 

Eres muy bueno

 

  Sé que es lo
que debería hacer, que cuanto más te lo diga más lo creerás tú y lo creeré yo,
y lo serás. ¡Y que nadie es bueno o malo con 2 años! Pero se me hace difícil.

 

 

Se me hace difícil aceptar que los demás piensen que es
fácil, que tengo tiempo de hacer muchas cosas porque he tenido mucha suerte con
mis niños. Y la he tenido, claro que sí, muchísima, más de la que nunca podría
haber soñado, pero fácil no es. Criar a los hijos no es una cosa fácil, no es fácil
evitar cada día que te abras la cabeza en todas esas actividades peligrosíiisimas que me adviertes que vas a hacer, no es nada fácil
asumir cuánto te pareces a mí, cuánto de mis peores cosas te he transmitido…
Cada día que pasas al lado de tu hijo es un reto, es un esfuerzo continuo que me hace llegar a la
cama agotada y no hablo de correr detrás tuya o cambiarte los pañales, hablo de
contar hasta 10 o hasta 20, 300 veces cada día, de reinventar mis ideas, mi
forma de ver la educación, mi manera de dirigirme a ti. Tampoco es fácil ver
cómo te tratan otras personas, cómo se desesperan cuando no obedeces, cuando te
enfrentas a ellos, cuando muestras de la única forma que sabes que eres una
personita independiente, con tu propio criterio, que tienes tus ideas y son
igual de válidas que las nuestras. Pero has venido a un mundo que aún no lo ha
comprendido, hijito, un mundo que sigue pensando que las cosas se
hacen así
y que los niños buenos
obedecen
. Un mundo que se cree con derecho
a amenazarte, a manipularte, a anular tu voluntad para que «aprendas a
ser humilde», para que «respetes a los mayores», esos mismos
mayores que no muestran el mas mínimo respeto por tus emociones, por tus
miedos, por tu criterio de bebé grande que casi siempre sabe lo que quiere.

 

Eres muy bueno

 

No fue fácil esperarte, no fuiste un bebé fácil; no era
fácil distraerte, ni dormirte, ni dejarte con nadie. Te recuerdo llorando a menudo, siempre exigiendo, demandando mucha más atención de la que éramos
capaces de prestarte, te recuerdo mirándome como si me comprendieras casi desde
que te conocí.

 

No fuiste fácil, no lo eres ahora.

 

 

Nada de eso significa que no seas bueno.

 

 

 

Y eso es lo que repetiré las veces que haga falta, aunque sea a costa de
mi propia imagen de madre, aunque crean que soy una blandengue y te mimo
demasiado, yo lo que de verdad creo es que nunca es demasiado el cariño, nunca
es demasiada la paciencia, nunca es demasiada la comprensión…

 

Eres una personita maravillosa, eres divertido, eres
sensible y eres muy, muy listo. No permitas que nadie te haga dudar de eso con
la simple excusa de hacerte humilde. Sé humilde sabiendo lo que vales, porque
tiene mucho más mérito.

 

 

A mí me encanta cómo eres.

 

 

Ya sabes que yo no te castigo, ni te pegaré nunca, que no te
amenazo ni te comparo con nadie, que no hago chantajes, que intento no gritar
aunque a veces no pueda más y se me escape un «Carlos» más fuerte de
la cuenta. De verdad que no me gusta hacerte llorar a veces cuando hay que
dormir y dejar de saltar en la cama; perdóname, yo también estoy cansada, tu
hermano también demanda, no es culpa tuya pero a veces yo tampoco puedo más…
Y aun así sé que no debería.

 

 

Eres bueno independientemente de cómo te portes un día,
independientemente de que nos enfademos de vez en cuando.

 

 Por eso si me
preguntan, prefiero hablar de tus virtudes, no sólo de lo listo que eres, porque
tienes muchísimas más; hablaré de tu sensibilidad, de lo generoso que eres, ¡de
lo bien que se te da negociar!, de lo divertido que es estar contigo, de cómo
me haces reir, de que no cambiaría ni un segundo de los que paso contigo por
hacer ninguna otra cosa en el mundo (excepto, a veces, dormir 😉 )

 

 

Volveré a hablar de esa luz que tienes dentro, de que eres
un pequeño terremoto que provoca sonrisas de admiración allá donde va. Volveré
a hablar de tu magia, de lo felices que nos haces cada día. Tienes tantas cosas
buenas que si empiezo hablando de ellas seguramente no me dará tiempo a llegar
a las menos buenas. Y sabes qué te digo? Que esas pueden ser también virtudes,
sólo hay que aprender a usarlas! Que ser cabezota esta muy, muy cerca de ser
constante, de no rendirse, de luchar por lo que quieres. Y saber lo que quieres
es una gran ventaja.

 

Yo siempre voy a ser tu principal defensora.
Porque si tú y yo lo creemos, puedes ser cualquier cosa, y yo lo creo. Porque
el carácter fuerte, si consigues usarlo bien, es más útil en la vida que los
ojos azules, te lo prometo (yo sé de una que encontró trabajo por eso 😉 ).

 

 

Porque con la llegada de Martín y ahora encima la vuelta al
trabajo te dedico mucho menos tiempo que antes, pequeño. Y los 2 lo notamos.
Porque mucho de ese tiempo son los minutos de la basura como los llama papá; te
cambio, te doy la comida, te duermo. Charlamos, sí, pero no nos dedicamos
simplemente a jugar y sé que lo echas de menos.

 

 

 Y eso hace que
reclames mi atención como sea, como cuando me dijiste que te habías portado mal
porque querías que yo te mirara.

 

Ya lo sé, hijo, ya lo sé.

 

Yo también quiero más ratitos para sólo mirarte, y también
para mirar sólo a Martín, pero los 2 reclamáis cosas distintas, y la vida
reclama otras más.

 

 

Pero claro que eres buenísimo.

 

 

Y me voy a encargar de recordártelo cada día.

 

 

Edito para aclarar que no tengo un delincuente juvenil en casa, sólo un bebé de 2 años haciendo las cosas propias de su edad. Sólo que yo iba para novelista y me quedé en cuenta cuentos así que despliego mi dramatismo por aquí 😉 
Y oye, me ha dado pena que él mismo dudara de si es bueno por lo que pueda oir a otras personas…

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Para perderse Unaporuna

#escapada Albarracín

En la continua revisión de fotos antiguas que me obliga a hacer mi querido móvil, que se queda sin espacio día sí, día también y me hace borrar todo lo borrable, he encontrado estas fotos que no son muy buenas pero me han recordado una escapadita que hicimos hace 3 años y que quería recomendaros antes de dar por finalizado el invierno y buscar sólo destinos con playa 🙂

Fuimos allí aprovechando unos dias libres y aunque el destino final era el hotel que os enseñamos aquí, hicimos una parada en Albarracín, un pequeño pueblo que no os podéis perder si pasáis por Teruel,

 

Un pueblo rodeado por el río Guadalaviar y totalmente encaramado en un peñón; de hecho, las casas que dan hacia el río parece que están colgadas sobre él.

Pintoresco donde los haya, sus calles son empinadas, muy estrechas y las casas tienen un color rojizo muy característico llamado rodeno, debido a la arenisca de la que están hechas.

 

Por sus piedras parece que no ha pasado el tiempo, y si vais con frío, no se me ocurre mejor plan que un paseo cuestas arriba y abajo para acabar en uno de los pocos bares de la zona cenando una pata de cordero y una botella de vino a medias.
Así sí que se duerme bien 🙂

 

 

Una de las muchas cosas que me gustan de viajar es ir por la calle mirando y no sólo viendo, salir un poco «de todo» y verte a tí mismo y a tu propia vida desde otro ángulo…
 
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MICOS: Una tienda de bebé en Sevilla.

Llevo mucho tiempo queriendo escribir este post! Y es que hace unos meses, nos escribió Patricia, la persona que está detrás de Micos, para contarnos que abría una tienda de ropa de bebé y le encantaría que fuéramos a verla.
Yo no tengo niños, pero ya sabéis que mi debilidad son mis sobrinos, así que no dudé en ir a conocerla.

Patricia me contó que trabajaba como consultora, y después de quedarse embarazada, decidió cambiar el rumbo de su vida y lanzarse a la aventura del mundo infantil. Meses más tarde, abría su primera tienda en Tomares y además de contar con su propia marca de ropa, también trae firmas que nos encantan como Mi pequeño Lucas, Bel and Soph…

 

La tienda está puesta con muchísimo gusto, paredes de ladrillo blanco, suelo hidráulico como el que veis en la foto y pequeños detalles que invitan a entrar y quedarte un buen rato 🙂

Además ya han traído la nueva colección de verano, y miedo me da pasarme por allí porque tiene una pinta buenísima.

 

Os dejo aquí su dirección, y si tenéis niños, o sobrinos, no dudéis en pasaros a verla, eso sí, picaréis seguro 🙂

MICOS
Avenida de la Arboleda 62
Tomares, Sevilla.

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#losmartescon2; Masa mágica

Rescatando fotos de hace algún tiempo he encontrado éstas y me he acordado que nunca os habíamos hablado de esta «receta», si se le puede llamar así,

 

También conocida como Arena lunar, Moon Sand o Cloud Dough:

Si tenéis niños a los que les guste hacer mezclas, amasar, ensuciar, etc. (hay algún niño al que no le guste eso?), probadla; la primera vez que la ví me llamó la atención porque ponía que era una forma de jugar con arena sin ensuciar… Algo debimos hacer mal con la mezcla 😉

Sólo necesitáis harina y aceite, nosotros usamos uno de Johnsons baby para que no fuese tan apetecible, que conozco a mi gente, como diría @elhombremásguapodelmundo, y sólo le falta a Carlos mezclar harina con aceite de oliva y que huela igual que las tostadas (todas las masas que hacemos se las come crudas, todas)

Una taza para medir, un cuenco para mezclar y alguna que otra servilleta. Como ingrediente extra cogimos colorante alimenticio azul porque a Carlos le encanta jugar con los colorantes.

La proporción es un poco a ojo porque en la Red he leído desde una parte de aceite por cada 4 de harina hasta 8 o 9 de harina.

Nosotros pusimos una taza de harina y 1/4 de aceite,

y sólo hay que medirlo,

removerlo,

 

y amasarlo bien:

 

Y ya tenemos nuestra arena lunar! Para que os hagáis una idea de la textura, a mí me recuerda a la de los polvorones, que se deshacen fácilmente pero si los aprietas se vuelven a unir los trocitos.

Luego sólo queda sacar moldes, cuchillos etc. y a disfrutar de la masa! Cuando terminéis de jugar, podéis guardarla en una cajita para otro día. De hecho la de la foto seguimos usándola y tiene ya ¡6 meses!

Cómo ha crecido Carlos xD, y qué rápido se me ha pasado…

Ah! No os creáis que nos olvidamos el colorante, es que lo echamos a la harina y al ser en polvo no la tintó nada. Sin embargo, si la pones en contacto con un líquido, por ejemplo saliva…

Y yo que propuse esta receta porque «no manchaba»…

 

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Te das cuenta que eres mayor cuando…

 

Ayer leía este post de June Lemon sobre «Sentirse adulto por primera vez…» y al final preguntaba cuándo nos había pasado esto al resto…

 

Realmente a mi no me pasó con algo concreto, bueno es que realmente….SOY  MAYOR? 😛
A mi madre se le olvida que tengo 30 años, y #ÉL me pregunta muchas veces cuántos años tengo..

Como os contaba, no hubo un momento en que me diera cuenta que soy mayor… te vas de casa para estudiar fuera, pero sabes que eres pequeña, que tus padres te respaldan en todo (y creo que con 60 años lo seguirán haciendo, pero de otra forma) y que las principales responsabilidades son estudiar y sobrevivir.

El primer trabajo, te sigues viendo pequeña…todo el mundo alrededor lo sabe todo y tu no tienes ni idea de nada.

Y así, os podría poner mil ejemplos… Quizás si hay que elegir un momento, fue cuando la vida nos dió el golpe más fuerte que pudimos imaginar, y tuvimos que ser fuertes, o por lo menos intentarlo.

Pero aparte de todo esto, yo noto muchas pequeñas cosas en el día a día…

– Cuando viene gente a casa y ponen las manos en los cristales de la terraza, recién limpitos y te molesta, y mucho. (Da igual que los hayas limpiado tú, o la persona que te ayuda en casa; es tu casa y te gusta verlos limpios).

– Cuando tienes que hacer la «maldita declaración de la renta». Me acuerdo que los tres primeros años perdía el borrador del año anterior y todos los papeles necesarios para entregar…

– Cuando compras tus propias plantas y lo más importante, las mantienes vivas!

– Cuando conoces a gente con problemas, con enfermedades…en el mundo de los pequeños estás aislado de todo eso, y crees que ni existen, pero ahora ya sabemos que están ahí, y que mucha gente lo está pasando mal…

– Cuando te tienes que ir a la cama por decisión propia antes de la hora que te gustaría, aunque no haya acabado la película que estás viendo. No te ponen tus padres los horarios, pero te los tienes que poner tú…

– Y por supuesto, como dice June Lemon, cuando llega final de mes, y tienes que revisar gastos, hacer cuentas, y controlar mejor que dejas todas las luces apagadas al salir de casa…

Y vosotros…¿Os habéis hecho mayores?
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Reflexión…

QUIEN DOBLA TU PARACAIDAS??

 

Juan era piloto de un cazabombardero en la guerra de las
Malvinas. Después de muchas misiones en combate, su avión fue derribado por un
misil. Juan se lanzó en paracaídas. Fue capturado y llevado a prisión. A su
regreso a Argentina daba conferencias relatando su odisea y lo que aprendió en
prisión. Un día estaba en un restaurante y un hombre lo saludo y le dijo:
hola.¿ es usted Juan, el que era piloto en las Malvinas y fue derribado? ¿Usted
como sabe eso? Le pregunto Juan. El hombre respondió: porque yo doblaba su
paracaídas y al parecer funciono bien ¿verdad?

 

Juan casi se ahogó de la sorpresa y con mucha gratitud le
respondió. “claro que funciono. Si no hubiera funcionado no estaría aquí hoy”.

 

Estando Juan solo esa noche no pudo dormir meditando. Se
preguntaba cuántas veces vio en la base a ese hombre y nunca le dijo buenos
días. Él era un arrogante piloto y ese hombre solo era un humilde marinero.
Pensó también en las horas que ese marinero pasaba enrollando los paracaídas de
los pilotos. Teniendo en sus manos lo que le salvaría la vida a alguien que no
conocía.

 

Ahora Juan comienza sus conferencias preguntándole a la
audiencia: ¿Quién doblo hoy su paracaídas?. Todos tenemos a alguien cuyo trabajo
es importante para que nosotros podamos salir adelante. Todos necesitamos
muchos paracaídas en el día. Uno físico. Uno emocional. Uno mental. Y uno
espiritual. A veces en los desafíos que la vida nos lanza a diario perdemos la
vista de lo que es verdaderamente importante y las personas que nos salvan en
el momento oportuno. Sin que se lo pidamos.

 

-Dejamos de saludar.

 

-Dejamos de dar las gracias.

 

-Dejamos de felicitar a alguien por su trabajo.
Hoy, esta semana, este año, cada día…… trata de darte
cuenta….. Quien dobla tu paracaídas?
En tu casa, en tu familia, con tus
amigos, recuerda reforzar en positivo a quienes doblan nuestros paracaídas…es
importante en el día a día.
Gracias a todos por doblar mi paracaídas!!!!