A estas alturas de año parece que ya apetece ir pensando en vacaciones, así que vamos a ver si seguimos contándoos la escapada que hicimos el veranos pasado a la Costa Amalfitana:
Podéis ver los 2 primeros post aquí y aquí
íbamos disfrutando de los paisajes;
Una de las cosas más bonitas de la
costa Amalfitana son precisamente las vistas desde el mar, los
acantilados, los pueblitos colgados de las montañas, las casitas de
colores, como sacadas de un cuadro…
hacía mucho calor, lo primero que hicimos al llegar fue coger un taxi
de agua e irnos a dar un baño en una playa
muy recomendable, Arienzo, una cala de aguas cristalinas rodeada
de acantilados y muy cerca del pueblo,
Nos
gustó tanto que decidimos quedarnos a probar la pasta fresca y el
tiramisú en su chiringuito para darnos otro baño por la tarde
de visitantes, mercadillos de artesanias, locales que ofrecían pizzas
recién hechas y helados artesanos, músicos callejeros, etc.
Hasta
que llegó la hora del último ferry y hubo que volver a nuestro
pueblecito al lado de Salermo donde nos esperaba una grata sorpresa…
El pueblo estaba de verbenas!
Con lo que le gustan las verbenas a unos
que yo me sé… Así que pasamos por casa a darnos una ducha y bajamos a la plaza donde había un montón de hornos de leña que impregnaban el ambiente de un olor… Umm
orquesta!
No había quien arrancara de allí al bailarín de «yo sin tí y
tú sin mí» 😉