Ayer, ¡al fin! terminamos de organizar las cajas de la mudanza; ya está el cuarto del niño vacío de nuestras cosas, listo para ir preparándole las suyas. Hoy empezamos a vivir de verdad en esta casa, a sentirla nuestra casa.
Como ya os contamos aquí, todas las despedidas tienen un punto amargo, aunque el irte haya sido una decisión tuya.
En la otra casa viví los mejores momentos, diría que los mejores años de mi vida.
Nos faltaba por enseñaros la terraza!
También de allí salimos una madrugada con una ilusión que sospecho irrepetible.
No todo ha sido bueno. La vuelta no lo fue; fría, con una tristeza densa, que se podía masticar, pesada.
Pero ganan las cosas positivas, y nos fuimos con pena. También con algo de pena llegamos aquí.
Esta casa se imaginó con un fin. Era una casa para 3 y ahora aún se hace algo grande (si, 90 m2 grandes! esperemos que por muuuy poco tiempo).
Pero hoy es un día alegre, era lo que queríamos, era parte de nuestro sueño. Habría sido mejor, infinitamente mejor que fuera el sueño completo. Pero tenemos un trocito, disfrutémoslo.
Tenemos una casa nueva, original, algo más amplia, cómoda, con mucha luz, una Casa Blanca, con un jardín, una bañera de patas, ¡un cuarto entero para manualidades! una chimenea (ah, no, chimenea no, ohhh…). Una barra para tomar algo con amigos. Tenemos, sobre todo, la casa que inventamos para nosotros, a nuestro gusto. Le hemos dado 78.654.678 vueltas a cada rincón, a cada ventana, la hemos cambiado unas cuantas veces, nos ha dado miedo el aislamiento, la ausencia de rejas, la apariencia exterior, las dimensiones fijas (y chicas).
Pero nos arriesgamos y ahora estamos aquí. Con nervios de primer día de cole. Sin saber como será, pero con el presentimiento de que tiene que ser bueno, de que nos va a gustar.
Pero nos arriesgamos y ahora estamos aquí. Con nervios de primer día de cole. Sin saber como será, pero con el presentimiento de que tiene que ser bueno, de que nos va a gustar.
Y, ¿sabéis?
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| Mr. Wonderful |
¡Poco a poco os la iremos enseñando!