Siempre he pensado que la alegría es transparente, como pompas de jabón; es una sensación regalada a cuento de nada, no dura mucho, tiene algo de magia.
foto
Cuando la consigues de forma más consciente, con esfuerzo y constancia, entonces se parece más a las bolas de cristal, aguantan más, son más transparentes. Puedes tocarlas y sentir su tacto suave sin que se exploten, disfrutarlas más tiempo. Quizás ésto sea lo que llamamos Felicidad.
También puede llegar la tristeza y cargárselas. A veces de repente, plash!, las explota como un globo, y te dejan un poso amargo de jabón en la boca.
Otras veces esa pena es más lenta; entonces se hace densa, pesada, de plomo. Como los días de bochorno que te aplastan contra el suelo, y aplasta las bolas, las deforma, las intenta «hacer tortilla». Entonces hay que aguantarlas desde dentro, con fuerza pero con cuidado, para que poco a poco recuperen su forma…
Y así van pasando los días, con ratos en los que descubres pompitas de jabón en el aire, cuando hay una luz especial y a elhombremásguapodelmundo le salen arruguitas alrededor de los ojos al sonreir. E intentas disfrutarlas al máximo, porque sabes que se explotarán pronto.
Y otros muchos ratos que te va cubriendo esa densidad pastosa, la notas llegar, te preparas para aguantar las pompas más importantes desde dentro mientras rezas para que esta vez no apriete demasiado, que te lleguen las fuerzas para evitar que se aplasten del todo, tú y tus ilusiones con ellas.
Ya veremos… y os lo iremos contando.
Gracias por seguir ahí