Hoy ya sí os vamos a enseñar parte de la escapadita de la semana pasada, por cortesía de los Reyes Magos de Oriente,
un hotel de los que nos gustan a {1×1} en una zona de España que, no sólo existe, sino que nos ha gustado mucho más de lo que esperábamos.
Antes de llegar, la señal ya nos adelanta lo que vamos a encontrar, «a delicious hotel»,
de recibimiento, una capilla a la Virgen que se apareció allí y las zonas comunes del hotel, antiguos cobertizos resturados con su piedra original
Pero no es sólo una arquitectura singular o una buena ubicación lo que distingue unos hoteles de otros; la forma de recibirte, el trato, la sensación de que ésa podría ser tu casa, y te sentirías tan cómodo si lo fuese es lo que definitivamente nos gana de un gran hotel.
No en vano Consolación tiene el premio al «mejor hotel no urbano de España» de la revista Condé Nast Traveller (2011).
-Creo que ya hemos hablado alguna vez de lo que nos gustan las mezclas de estilos cuando están bien hechas, cuando el contraste lejos de chocar, enriquece-
Un arco de piedra nos invita a salir al otro lado, en busca de nuestra habitación;
caminos de romero y de sol,
llaves de un trocito prestado por la sierra de Matarraña.
Los kubes, 36m2 forrados de pino e inspirados en las casas californianas de Craig Ellwood fueron diseñados por las arquitectas Estela Camprubí y Eugenia Santacana. Sus grandes ventanales, la bañera a nivel o la chimenea suspendida invitan a largas horas de lectura…
y no a largarse al bar del pueblo de al lado a ver el fútbol a toda voz, que es lo que nosotros hicimos; pero nos reímos, eso sí. Y cenamos bien. Y también hubo tiempo de chimenea y librito 🙂 :).
Sí, estuvimos como en casa…¡o mejor!