Hoy he estado pensando, (ya sé que no es bueno… ;)) y resulta que ya no sé si soy pequeña o mayor. Antes, para la mayoría de las cosas, era una niña; yo misma me veía como una niña y apreciaba muchas diferencias con gente de poca más edad pero que creía con más bagaje.
Ahora ya no, ahora ya no sé si 30 años son muchos o pocos, ni me importa. Siento que hay algo que no es cuestión de años, que te sitúa en otro plano. Para muchas cosas serán pocos años, muchos me seguiréis viendo pequeña, pero yo noto que algo ha cambiado mi mirada para siempre. Ahora siento que puedo encontrar los ojos de personas mucho mayores que yo y compartirlo. «Sí, yo también me he despedido de mi hijo».
…y por mucho que viva 70 años más, creo que esa mirada seguirá ahí.
Independientemente de toodo el consuelo que entre todos nos brindáis. Y a veces, precisamente por ese consuelo.
Porque siempre se agradece la buena intención, porque el «eres muy joven, ya mismo vuelves a intentarlo» pretende animar pero a veces rebela, porque resulta que esto no era una oposición, que te vuelves a presentar a lo mismo. Y si Dios quiere y algún día tenemos otro(s) hijo(s), no van a ser Él. A él nunca lo oiremos llorar. Con vuestra ayuda, estamos aprendiendo a vivir sin ello.
También sabemos que no somos los únicos, que desgraciadamente es más fecuente de lo que pensamos. Pero eso, tampoco consuela. Mal de muchos…
Hoy iba a contaros nuestro viaje pero he pensado que mejor va ser un post corto, toda la energía dedicada a los que celebráis vuestro santo.
Especialmente a vosotros dos, claro.
y también a otro que a lo mejor nace hoy, ¡que ganas de verte deben tener tus padres!
P.D. No se nos ha olvidado que el blog era de las cosas bonitas de la vida, pero compartir lo que pensamos, aunque no siempre sea alegre, también nos parece bonito, ¿no?
En un ratito volvemos alegres…