Hoy en #losmartesconCarlos íbamos a hablar de algunas de esas lecturas por las que nos preguntásteis la semana pasada, hablando de crianza etc, pero desde esta mañana mi cabeza ha estado centrada en otras cosas…
El 16 de Noviembre de 2012 siempre será un día muy especial para nosotros, un día que mezcla los mejores y peores recuerdos… el día que conocimos a nuestro primer hijo y el día que supimos que no había venido para quedarse mucho tiempo con nosotros.
Ese mismo día, supongo que a otra hora, en otro hospital, nacía otro niño; uno de tantos a los que en en aquel momento le habríamos tenido «envidia» por nacer sanito y quedarse con sus padres.
Por cosas de la vida, «conocimos» hace algún tiempo a uno de esos niños, nos pidieron que rezáramos por él, que le dijésemos a nuestro angelito que lo cuidara porque se había puesto malito. Algo que llevamos haciendo cada mañana y cada noche desde entonces.
No pudo ser.
Como decía una amiga esta mañana, estos meses se ha hecho todo lo posible por salvarlo, todo, pero siempre parecía que Dios se empeñaba en llevárselo, y ella no lo entendía. Supongo que ni ella ni nadie.
No pudo ser, y ahora están juntos en el cielo.
Una vez más la vida nos enseña que no se puede tener envidia de nada, que nosotros no sabemos nunca qué es mejor o peor, que no podemos intentar entender los planes de Dios.
Que no se pueden «comparar» dolores.
Una vez más, sólo podemos rezar para que su familia esté lo mejor posible.