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Del porqué escribo más que hablo…

Ya os avisaba aquí que las charlas del verano darían para algunos post

Y antes de lo previsto ha llegado éste porque mi madre ayer también me dijo que X estaba muy extrañada, con lo reservada que es Marta y la cantidas de cosas que cuenta en su blog…
Pues sí, en parte porque me gusta mucho más escribir que hablar, siempre ha sido así, me siento más cómoda y además se me da mejor.
Le contaba yo a M que cuando son post de reflexión a menudo es como si los escribiese para mí misma, cosa que he hecho mchas veces antes de tener el blog, para desahogarme, para aclarar mis ideas o simplemente porque disfruto escribiendo.
Creo que ya os conté que cuando leo, aún más. No sé qué extraños mecanismos se activarán en la mente para que me salgan las frases más fluidas y más estructuradas.
A lo que iba, que voy escribiendo reflexiones para mí misma y cuando acabo, sin pensármelo mucho, le doy a «publicar». Y no me paro a analizar quien habrá al otro lado de la pantalla, quién va a leernos o quien no.
De hecho, segun qué cosas, no me imagino leyéndolas a determinadas personas . Así que intento no imaginármelas.
Delante del papel creo que es cuando soy más yo. O más cerca al yo que yo misma me creo, claro.
Estoy más cómoda escribiendo porque me expreso mejor pero también porque no tengo el miedo a que al otro no le esté interesando. O le esté molestando, o le importe 3 pimientos y esté aburrido de escucharme.
Si le cuento una historia a alguien siempre tengo la cosa de que me esté escuchando por compromiso y en realidad no le importe nada y querría estar hablando de otra cosa; así, si lo escribo en el blog y alguien entra a leerlo, por un lado es totalmente voluntario, entiendo que entrará sólo el que quiera leer nuestras historias. Y por otro, en el momento en que se aburra o pierda el interés (o le surja otra cosa que tenga que hacer en ese momento) puede dejar de leer. Sin compromiso alguno y sin que podamos sentirnos dolidas.
Y también sin tener que contestar, que a veces no hace falta…

También estaba el tema de subir fotos de los niños o no. Nosotras solemos subir más a Instagram, por ejemplo, que mandarlas por whats app, pero es por el mismo motivo; si yo le mando a alguien una foto de mi hijo por whatsapp, lo normal es que «se sienta en la obligación» de decir ay, q monoooo o cualquier otro piropo que puede que le salga del alma… O puede que no.
O puede que le parezcamos muy pesadas todo el dia haciéndole fotos al niño y que esté harta de verlo haciendo todas sus gracias. Lo mismo que si la envías a un grupo de esos.
 
Aquí, el que quiere las ve, al que le parecen un rollo cierra el post sin haberlo terminado y nadie se siente en la obligación de comentar (aunque por supuesto siempre se agradecen tooodos vuestros comentarios, eh? que hace mucha ilusión saber que estáis ahí!)
Y ya que hablamos de las fotos de niños, lo de sacarlos mucho, poco o nada en redes sociales… Yo no soy nada aprensiva para estas cosas y no creo que sacar fotos de un niño en redes sociales vaya a aumentar las posibilidades de que un día le hagan algo. No me gusta, ni ser mal pensada y creer que siempre hay gente dispuesta a hacerle algo malo a los demás, ni estar todo el día preocupada por todas las cosas malas que pueden pasar; Obviamente es una opinión personal y hay que respetar al que no quiere sacar a sus hijos (por eso para todos los niños que alguna vez han salido, siquiera nombrados aquí, teníamos permiso de sus padres).
En cuento a que Carlos salga en el blog sí que le dimos muchas vueltas porque esto no es un blog de maternidad, ni de niños propiamente dicho, pero si nuetro blog es un pequeño diario de las cosas bonitas que encontramos por la vida, qué  menos que sacar de vez en cuando lo más bonito que nos ha pasado, ¿no? (qué cursi me ha quedado, jeje). De ahí surgieron #losmartesconCarlos, un día a la semana previamente establecido para que, el que no tenga gana de ver fotos de #padresquebabeanconsuhijo ya sepa que los martes no son su día de ver el blog 😉

Y por último, Instagram, esa red social que se ha convertido sin duda alguna en nuestra favorita (y casi en la única que usamos). Y uno de nuestros propósitos de este año, #365instantes, una foto que refleje algo de cada día de esos 365.

Si el blog sirve de desahogo, de expresión ante el mundo, IG es un proyecto más personal; es una forma de ir guardando fotos de los momentos más importantes, divertidos, emocionantes o que simplemente nos gustaría recordar. Los guardamos en la retina, sí, y en el siglo en el que estamos, porqué no también en la nube. Un rinconcito donde tener un resumen de nuestro año en imágenes.
 

 Por lo tanto, la mayoría de las fotos son muy personales. No es tanto el enseñarlas como tenerlas todas seguidas para cuando yo quiera verlas, ordenaditas con sus etiquetas, etc. Es un forma de obligarme a hacer lo que de otra manera siempre voy dejando, ordenar y clasificar fotos. Así, al menos del móvil, voy eligiendo una cada dia…

Y por último, se que hay personas a las que le encanta tener todos o casi todos los días una foto de Carlitos, y pienso concretamente en mi madre y en mi abuela (y en @zamoranodíaz, jajaj), que tienen IG básicamente para eso, porque no siguen a nadie más, jeje. También para ellas son las fotos.

Ha salido un post larguísimo, luego mi hermana me riñe porque a la gente eso de leer tanto seguido… Pero es que, como ella misma diría, la cabra tira al monte, jajaj! El próximo prometo más fotos.

Hasta mañana!

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